sábado, 28 de noviembre de 2009

¿Sólo hay mentiras?


En un sentido se querría decir que eso es así, pero ya hace tiempo que sabemos que si todo es mentira, nada es mentira[1].

Desde otro punto de vista se intentaría aducir que lo que sucede es que lo verdadero y lo falso se establecen con respecto a un marco de referencia, concluyendo que toda verdad es relativa. Pero bueno, esto es más de lo mismo[2].

Podríamos optar pues por convertir a la verdad en valor, pero entonces nuestra opción sería también cuestión de gusto[3].

Podríamos entonces adornarnos con la dialéctica, pero quedaría feo.[4]

¿Qué nos queda?

Nada, es decir, todo (lo demás)[5].



1. Hay infinidad de formas de hacerlo y múltiples puntos de vista para afrontarlo, pero la cuestión es sencilla: si 'todo es mentira' es verdad, también es mentira que 'todo es mentira', lo que implica una contradicción. Y no es posible objetar algo así como que 'quién no pueda soportar la contradicción que abandone la filosofía', porque eso es salirse por la tangente. Se puede discutir el enfoque y optar por otro (aunque como estamos viendo es dudoso encontrar alguno en el que esto no represente una contradicción), o bien se puede decir que se está expresando algo que no se puede expresar sin contradicción, pero ello no implica que debamos aceptar la contradicción porque si.

2. En la práctica es cierto que generalmente se establecen los criterios para decidir cuando algo es verdad dentro de marcos de referencia, por ejemplo, en la ciencia o en el derecho. Y fuera de estos marcos de referencia, esas mismas verdades han de ser vistas por tanto como relativas a su marco y no como verdades absolutas. Pero si nos fijamos bien, esta última observación se está haciendo también desde un marco (da igual el que sea) en el que se establecen criterios para decidir cuando una verdad es relativa y cuando absoluta. Y entonces si no compartimos el marco de referencia, podemos no compartir la creencia de que toda verdad es relativa.

3. Si entendemos que etiquetar algo de verdadero es lo mismo que decir que es bueno (para nosotros, se sobreentiende), entonces hemos de aceptar también que esta forma de entender no es la correcta, sino que es buena. Pero alguien que no considerase buena esa forma de entender, no tendría por qué compartirla.

4. Tampoco la dialéctica de Adorno tiene alguna opción de obligarnos intelectualmente a aceptarla. Podríamos observar que si cada momento filosófico es inconcluso y está siempre a la espera de ser contrapuesto o rebatido, eso también afectaría al punto de vista dialéctico, por lo que no hay razón para considerarlo el único.

5. Nadie tiene por qué compartir estás críticas, pero si llevan algo de razón, la verdad quedaría fuera de la filosofía, y sin embargo todo lo demás quedaría potencialmente sujeto a esta.