miércoles, 6 de octubre de 2010

"Hay que leer y no leer"

En ocasiones se dice que Inmanuel Kant fue el primer filósofo que era, además, profesional de la filosofía, en tanto que su trabajo era ser profesor de filosofía en una institución de similares características a nuestras actuales Universidades.

Wittgenstein solía expresar su aborrecimiento con respecto al profesional de la filosofía. Nunca quiso ser profesor y cuando tuvo que ejercer, ciertamente lo hizo de un modo muy peculiar. Pero aunque se empeñara en negarlo, leía mucho.

Entre medias, Nietzsche profirió una cierta crítica al academicismo, diciendo algo así como que el académico anda siempre manejando grandes cantidades de bibliografía, lo cuál impedía el ejercicio del pensamiento. Pero ¡caray! cuánto había leído ya para entonces y siguió leyendo después.

Yo me acuerdo de Locke, trabajando en régimen semi-esclavista como secretario de aristócratas para poder dedicarse a sus investigaciones filosóficas, para las que, obviamente manejaba importantes cantidades de bibliografía.

En cualquier caso me pregunto cómo fueron capaces de escribir, y más aún de hacerlo bien. Porque cuanto más se lee, más se es consciente de las imprecisiones que comete uno al escribir. Y al tiempo, cuanto menos se lee, suponiendo que uno haya leído algo, más consciente se es de la ignorancia que se refleja al escribir.

En otra ocasión relacionaré esto propiamente con la academia.

3 comentarios:

----- dijo...

Leo tu entrada (que me ha gustado mucho, dicho sea de paso, ya que las referencias culturales hacen la lectura instructiva y entretenida y, por tanto, son un buen añadido de color al estilo sobrio que te caracteriza y, a veces, limita) y me viene inmediatamente a la cabeza un par de parrafitos que escribí hace no demasiado sobre un tema similar, si no el mismo. Sólo tengo a mano uno que está en la moleskine. El otro no sé donde anda, pero no era muy distinto. Trascribo cambiando poco o nada:

“A poco indeciso que sea uno, el escribir se acaba convirtiendo en una tortura china. Paul Auster dice en alguna parte –¿Trilogía de Nueva York?– que hay que leer despacio, igual que se escribe. Ahora bien, se escribe despacio porque hay que pensar cada palabra. Cada palabra requiere de un momento de reflexión, por breve que sea. Y esto es así porque en todo momento pesa sobre la cabeza del escritor la certeza –pues la mayoría de las certezas pesan, y mucho– de que aunque hay infinitas formas de decir tal cosa, debe existir, por fuerza, una de todas ellas que sea 'mejor', 'preferible' a las demás ('infinitas' es aquí una hipérbole; si hubiera de hecho infinitas opciones, definitivamente no podría hallarse jamás una que fuera la 'mejor'). A esta primera certeza, puede que infundada, la acompaña una segunda: que no sólo existe una forma 'mejor' de decir tal cosa, sino que además es posible averiguar cuál es. Éstas creencias presuponen una tercera: que existe un criterio (razonable, racional) que, de conocerlo, nos permitiría seleccionar, cribar la 'mejor'`forma de decir algo. Es decir, que existe algo así como una definición de 'mejor' aplicable a este caso concreto (la escritura narrativa), y que por tanto decir 'mejor' es decir algo, y no nada. Esto no está nada claro. ¿Qué es 'mejor'? ¿Lo que los otros escritores han considerado 'mejor'? Si así fuera, la novedad sería imposible. La tentación de suspender el juicio ante cada palabra es fuerte.”

En definitiva: no queda sino escribir, a sabiendas de que hay miles de opciones mejores que la que estás prefiriendo, y que estás descartando sin conocerlas siquiera, o no escribir.

Cuando estoy de humor para soportar la primera, escribo. Cuando no, no. Con la filosofía debería pasar lo mismo.

Carlos

----- dijo...

He encontrado otra anotación en mi moleskine que viene al caso y complementa la anterior, aunque no añade mucho. No recordaba haberla escrito; es un comentario de una cita de Borges:

"-no puede haber sino borradores. El concepto de texto definitivo no corresponde sino a la religión o al cansancio" (la cita es de un texto llamado 'Las versiones homéricas').

Y debajo apunto: 'Éste breve apunte resuelve de una vez mi vieja duda sobre si existe una forma 'mejor' de escribir algo. La respuesta sería: siempre la hay, pero, a efectos prácticos, hay que hacer como que no.'

Y ya está xD

Adolfo dijo...

A ver, varias cosas:

Como te dije, creo que hablamos del mismo problema, si bien en ámbitos distintos. En tu primer comentario no se muy bien dónde acaba Auster y donde empiezas tu, pero en cualquier caso, el único matiz que me distancia de la posición que comentas es que mientras que ahí parece haber un cierto perfeccionismo, a mi personalmente me bastaría poder garantizar un mínimo de 'calidad' para sentirme más libre al escribir. Sin embargo, tampoco es menos cierto que a veces, parece que el mínimo de calidad exigible que me 'autoimpongo' es la perfección... en fin, que si, que es el mismo problema.

Por otro lado, también en relación a tu primer comentario, me ha llamado la atención al releerlo, que Auster o tu habláis precisamente tanto de leer como de escribir lentamente. Y precisamente porque cada palabra requiere reflexión. No me parece ninguna casualidad que sea Auster quien diga esto, y ten por cierto que no es una idea suya. Como mínimo se remonta a R. W. Emerson. Y hoy día Leo Strauss y sus seguidores (ejem) hacen precisamente bandera de toda una filosofía basada en esta idea, no solo, pero centralmente. Es curiosamente paradójico que nos sintamos tan cercanos a una idea que, en otras cuestiones, tiene consecuencias que nos resultan totalmente execrables. Ahí lo apunto.

Un apunte lógico-filosófico: muchos filósofos del lenguaje dicen que es un 'hecho' (vaya usted a saber de qué tipo) que podemos generar y comprender (pero para el caso lo que nos interesa es lo de generar) infinitas expresiones lingüísticas. No suelen especificar si se pueden generar infinitas sobre cada tema o idea, pero no veo razón alguna para que no pueda ser así. De ser cierto este despropósito, significaría efectivamente que en cada ocasión expresiva, tendrías a tu disposición infinitas (en sentido literal, es decir, matemático) posibilidades, con lo cuál, como tú bien señalas, definitivamente no podría hallarse jamás una que fuera la 'mejor'.

Estaría de acuerdo, como ves, contigo y con Borges, por lo que respecta al segundo comentario, en lo relativo a que no se puede escribir con pretensiones de ultimidad. Tampoco leer, a no ser que seas religioso, pues incluso el cansado podría leer sin pretensiones de ultimidad, aunque no pretendiera leer nada más. Sin embargo, de lo que no estoy tan seguro es de que haya que escribir. No digo que tu hayas dicho que 'hay que escribir'. No lo digo porque no estoy seguro de si lo has dicho, aunque desde luego textualmente no lo dices. Pero se podría interpretar que tanto interés en la cuestión presupone una intención de escribir. Y yo me pregunto si en el fondo no tendrá razón nuestro buen amigo 'elquenodebesernombrado' al llegar al séptimo número. Pues al fin y al cabo, quizás la escritura sea cosa de judíos y nosotros debamos limitarnos a imitar a Sócrates.

Muchas gracias por comentar :)